Lucas siempre huía al mismo lugar, a un
minúsculo pueblecito del Pirineo dónde su padre conservaba la casa que había
pertenecido a sus abuelos, apenas se había abierto dos o tres veces en los
últimos diez años y eso solamente ocurría cuando Lucas necesitaba estar solo.
Aquél lugar le transmitía mucha paz porque
recordaba los felices veranos que su enorme cantidad de primos y él mismo
habían pasado rodeados de naturaleza y cosas simples. Familia, buena comida y
muchas aventuras, eso era lo único que recordaba y al lugar al que siempre
tenía ganas de volver.
Lucas era un gran escritor. A sus 42 años era
un soltero codiciado, sus libros se vendían en todo el mundo desde aquél primer
Best Seller cuando tenía 28 años. A aquél primer éxito siguieron muchos más con
lo que podía permitirse vivir sin escribir el resto de su vida.
Normalmente se retiraba cuando tenía un
desengaño amoroso, cuando la chica del momento había hecho mella en su corazón
y de repente se iba, tenía éxito entre las mujeres porque era un hombre apuesto
y muy simpático pero ninguna hasta ese momento había decidido quedarse para
siempre.
Pero aquella vez era distinto, su padre
acababa de morir y sabía que la inmensa pena que le inundaba sería menor si
estaba en aquella casa, necesitaba rodearse de todas las cosas que le
recordaban a él, su madre les había abandonado cuando él tenía cinco años así
que él volcó todo su amor en su padre.
Suerte que llegaba por la mañana porque la
casa en Marzo estaba congelada, después de tener abiertas las ventanas durante
una hora para ventilar puso la calefacción al máximo y salió a respirar aire
puro.
El pueblo parecía abandonado, todas las
casas estaban cerradas aunque le constaba que aún vivían en él algunas familias
que quizás sólo venían en verano.
Cuando volvió a casa sacó del garaje el
viejo Land Rover y aunque le costó, consiguió ponerlo en marcha, al lado del
asiento del copiloto había un enorme paquete en que ponía Lucas escrito con un
rotulador negro y la inconfundible letra de su padre, no le dio más
importancia, pensaba quedarse un mes así que mejor ir a comprar provisiones
cuanto antes. Una vez lo tuvo todo guardado en la alacena y la nevera cogió una
manta y sacó el paquete del viejo coche, se sentó en la silla de madera de la terraza
de la casa y lo abrió con sumo cuidado.
Dentro había un sobre, un reloj de cuco y
otro paquete más pequeño.
En el sobre una carta de su padre:
Lucas
se que me muero y si lees esta carta seguro que ya estoy muerto, te conozco tan
bien hijo mío que sé que en cuanto eso ocurra vendrás a esta casa porque aquí
eres feliz. No estés triste, hemos sido felices el uno con el otro pero antes
de morir vine aquí a escribir esta carta, quiero hablarte de tu madre, toda la
vida has pensado que se fue y nos abandonó y nunca me preguntaste nada sobre
ella, cosa que te agradecí enormemente, pero ahora tienes que saber la verdad,
tú madre nos dejó porque se moría, y no soportaba decírtelo, decidió irse sin
hacer ruido prefería que la odiases a que la llorases y yo lo respeté.
Tú
madre era una gran mujer, lo que más me gustaba de ella es que me hacía reír
todo el tiempo, este reloj de cuco era suyo, es muy antiguo, quiero que lo
tengas y la recuerdes, a ella le encantaba cuando daba las horas y siempre lo
tuvo en funcionamiento, espero que tú hagas lo mismo, en el paquete hay fotos
de nosotros desde que naciste hasta que se fue.
En este punto de la lectura las lágrimas y
mocos de Lucas caían en la carta corriendo la tinta, intentó secarlas y siguió
leyendo:
Te
quería más a que a nada en este mundo pero aceptó su destino con valentía, su
corazón estaba enfermo y sabía que en cualquier momento se pararía y así fue. Quería
ahorrarnos el dolor de verla morir así que no la odies, tienes toda una vida
para aprender a quererla de nuevo, para mirar sus fotos e intentar descifrar
como te parecías a ella, sólo un detalle más para que entiendas la clase de
mujer que era y empieces a reconciliarte, unos días antes de irse cuando ya
estaba muy débil solía bromear sobre su enfermedad diciendo:
Sucedió
porque no diste suficiente cuerda al reloj de cuco.
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